viernes, 1 de mayo de 2009

Reivindicando la extrañeza moral!

Me parece de vital importancia compartir este término "extrañeza moral". Lo oí hace unos días en una conferencia que daba Francesc Torralba y creo que en nuestros días sería una de las mejores campañas que podríamos hacer!
Reivindicar la "extrañeza moral" significa no pactar con la mediocridad, no diuirse en la superficialidad y volver a lo auténtico, a lo coherente y verdadero que, acompañado de entrega y caridad, siempre serán signo de la presencia de Dios entre nosotros.
Como para el que tiene fe todo es signo... considero signo el haber descubierto la fuerza de esta expresión "extrañeza moral" al lado de una figura de la Iglesia: San Francisco de Asís. Podríamos nombrar a este santo de la Umbría, el patrón de los que desean esa "extrañeza moral" porque él mismo fue un "contestatario" desde su época hasta hoy.
La figura de Francisco resalta sobre la mediocridad no sólo del siglo XIII, sino sobre toda la que ha padecido la Iglesia a lo largo de su historia. Como otros testigos del Evangelio, aporta un matiz único, original, elevado en su caso a un grado eminente. Con relación a su tiempo -a todos los tiempos- fue a la vez una repulsa de la situación ya acomodada y el comienzo de una nueva era. Dando pábulo a una revolución original abandonó, y otros con él, las estructuras antiguas y la forma de conducirse en general, inaugurando un nuevo estilo de existencia.
Todo el mundo sabe que Francisco fue un hombre de su tiempo, miembro de la clase ascendente (los burgueses) y comprometido en sus luchas; que soñaba con escalar otra posición social más alta; entusiasta del gran movimiento de las cruzadas y sensible a las corrientes espirituales y culturales de su época. Pero al descubrir el Evangelio y vivirlo plenamente, su preocupación no fue ya el ser o no ser un hombre de su época (aunque siguió siéndolo), sino el avanzar más y más en la inefable aventura a la que el Evangelio le invitaba.
La experiencia histórica de Francisco, su tipo particular de "contestación", ¿nos pueden enseñar algo, pueden ser todavía para nosotros fuente de dinamismo y de inspiración?
La mirada sobre la experiencia de Francisco puede aportar inspiración y entusiasmo, a la par que garantía. El cristiano que sepa crear un espacio de libertad soberana, respetuosa hacia los demás y no provocadora, pondrá en el corazón de la Iglesia un signo radiante, la prueba de que todo está en ella al servicio del amor y del Espíritu que es vida y libertad.
Es necesario repetir que una revolución semejante, para que sea «franciscana», deberá hacerse con un tacto y un amor profundos hacia la comunidad de hermanos de la que se forma parte. En lugar de ser un grito de repudio será un grito de adhesión, no a los intereses creados ni a la política, sino a la verdad y a la pureza del Evangelio. No "contestar", sino confesar; no destruir lo que por otra parte está cayendo ya, sino edificar, construir lo que no existe todavía.
¿Es esto una patente para la irresponsabilidad, para el soñar despierto, para una facilidad poética? Por poco que alguien haya intentado vivir así sobre la brecha (amigo de todos pero rehusando enfeudarse en sus pasiones, libre de cara a los bienes materiales, al trabajo, y sin embargo inserto en lo más profundo de las preocupaciones de los hombres), sabrá que no se trata de un camino fácil.
Pero... ¿puede haber algo más entusiasmante que el sueño de Dios?
(art. ref. de Thadée Matura, O.F.M., Francisco de Asís, una réplica en nombre del Evangelio)